Mujeres y hombres, que en muchos casos su restante tramo vital lo tienen solucionado. Otros, que ya no por sí mismos, si no por generaciones incipientes y venideras tienen la convicción de que no todo está escrito y dicho en torno a nuestro Campo de Montiel. Otros, a los que por pura justicia histórica, desean ser testigos y partícipes de colocar a nuestra depauperada comarca allí donde se merece a través de sus conocimientos técnicos, históricos, bibliográficos…
Ese algo que se mueve, que se está hilvanando y tejiendo tiene como fin elaborar un proyecto que contempla los ideales de Justicia, Paz y Solidaridad que se establecen como piedra angular, entre otros valores, en la novela más universal de la Lengua española, donde su protagonista parte “del antiguo y conocido Campo de Montiel”. Y es el Campo de Montiel, por lo tanto, el escenario del más completo y mejor manual de Humanismo que jamás se ha escrito por otra pluma que no fuera la de Cervantes.
Amén de otros hechos históricos diferenciadores de los que ha sido testigo esta comarca. Amén del valor paisajístico, monumental, natural, arqueológico. Amén de la concentración intelectual de escritores, poetas, pintores, gramáticos, músicos, religiosos, que se dieran entre los albores y postrimerías del Renacimiento español.
Por todas estas razones y otras tantas más, y porque existe un sentimiento común y bienintencionado de que se haga un justo reconocimiento hacia una comarca que históricamente ha sido esquilmada de tantos proyectos y sueños; es por lo que un grupo de hombres y mujeres pretenden, con todas su fuerzas, asir la mano de una comarca que ¿inevitablemente? se está hundiendo en el fango de la resignación, la despoblación, y el olvido.
Para muchas mentes quizás el lugar al que se pretende llegar con este proyecto esté en la Ínsula eternamente prometida. Para otros creemos que no, que la Ínsula se halla bajo nuestros pies, en cada cerro y llanura, en cada río, en cada pueblo, en cada calle. En cada uno de nosotros.
Y porque creemos y estamos convencidos, esta Ínsula se merece hacer un penúltimo esfuerzo por ella, agarrando férreamente su mano para no seguir hundiéndose y en esta empresa nos hallamos: por cada cerro y llanura, por cada río, por cada pueblo, por cada calle. Por los habitadores venideros y presentes y en memoria de aquellos que, en soledad, cimentaron la conciencia colectiva del Campo de Montiel.