A veces construir una plaza pública consiste en acostumbrarse a reunirse en torno a un árbol o un edificio con suficiente entidad como para atraer el interés del vecindario. Y alrededor del mismo va desarrollándose la vida pública.
Como en casi todos los pueblos surgidos de la Edad Media. Momento de auge expansivo de la Iglesia Católica, los grandes templos del Campo de Montiel, además de ser la referencia espiritual, conjuntaban en sí y en su entorno toda la actividad social de la villa. Desde los días de mercado, hasta los ajusticiamientos públicos, pasando por la celebraciones populares u oficiales.
Los mercaderes, arrieros, hortelanos, ganaderos y gremios artesanos requerían de cierto cobijo que facilitase la exposición y venta de productos resguardados de la lluvia y el sol. Así, como todas las cosas nacidas de la necesidad y el utilitarismo, se fueron configurando calles y espacios abiertos, jalonados de porches o soportales. En un principio con materiales improvisados o incluso reaprovechados de acarreo, expoliados o reutilizados de otras edificaciones. De ahí la variedad de pies derechos, columnas y pilares de muchas de las plazas y calles castellanas.